El gobierno mexicano declaró el jueves el fin de la emergencia en la ciudad turística de Acapulco y la vecina localidad de Coyuca de Benítez que fueron devastadas hace dos semanas por el paso del huracán Otis, de categoría 5, pese a que sus pobladores siguen padeciendo graves penurias por las fallas en los servicios y falta de alimentos y agua.

Así lo anunció la Coordinación Nacional de Protección Civil en un acuerdo que se publicó en el Diario Oficial de la Federación en el que se reconoce que “ya no persisten las condiciones de emergencia”, pero no se precisa cuáles serán las implicaciones de la medida.

El gobierno mexicano declaró el 26 de octubre la emergencia en Acapulco y Coyuca de Benítez, un día después de que el potente ciclón categoría 5 golpeara las costas del Pacífico mexicano dejando a su paso una gran devastación en varias localidades del estado sureño de Guerrero. En esa oportunidad las autoridades indicaron que con la declaratoria de emergencia se buscaba acelerar los envíos de ayuda humanitaria y personal para atender a los miles de damnificados.

De acuerdo con cifras de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana el huracán dejó 48 fallecidos, una treintena de desaparecidos, 250,000 damnificados y daños en 80 % de la infraestructura hotelera de Acapulco.

Para atender la devastación, el gobierno anunció la semana pasada un plan de reconstrucción de unos 3,400 millones de dólares.

Incluía ayudas a las familias, pequeños empresarios y hoteleros, así como la instalación de 38 cuarteles y el envío a Acapulco de 10,000 elementos de la Guardia Nacional para garantizar la seguridad en la localidad turística de un millón de habitantes donde se reportaron numerosos casos de saqueos a comercios.

El manejo que ha dado el gobierno a la crisis que enfrenta Acapulco ha desatado fuertes críticas de parte de damnificados, opositores y especialistas que han acusado a las autoridades de manejar de manera ineficiente y con lentitud la emergencia.