Bernardo Arévalo dice que Guatemala vivió «un golpe de Estado a cámara lenta»
El presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, ha reivindicado que el país centroamericano ha superado «un golpe de Estado a cámara lenta» fruto de las sucesivas impugnaciones de la Fiscalía contra su partido, el Movimimiento Semilla, y contra los resultados de las últimas elecciones, si bien ha advertido de que algunos de sus responsables se mantienen aún en sus puestos y será necesario tomar «medidas».
Una vez solventada la «amenaza», que incluso retrasó su investidura como presidente en enero, Arévalo siente «responsabilidad», en primer lugar, hacia la población que le dio «el voto de confianza» en las urnas y también hacia una comunidad internacional que salió en bloque para apoyarle, en detrimento de las tesis encabezadas por la fiscal general, Consuelo Porras.
Arévalo ha subrayado en una entrevista con Europa Press que parte de los responsables de ese «golpe de Estado» siguen en las instituciones, en una velada alusión a la fiscal general, con quien el mandatario trató de tender puentes en un primer momento.
Ahora, y ante el rechazo de la fiscal a participar en reuniones con el Gobiero bajo «argumentos legales espúreos», ha dejado la puerta abierta a otras «medidas», sin entrar en detalles. «Toda medida que adoptemos será en el marco de la ley», ha matizado.
Sobre Porras pesan ahora sanciones internacionales –de la UE y Estados Unidos, entre otros actores–, algo de lo que Arévalo se ha desmarcado. Son, ha dicho, «decisiones de gobiernos».
Apoyo internacional
El presidente guatemalteco ha agradecido el apoyo en esta «gesta cívica» de países como España, última parada de una gira que también le ha llevado a mantener reuniones en los últimos días con altos cargos de Francia, la Unión Europea y Naciones Unidas, entre otros.
Aspira a responder a la «esperanza» con «medidas concretas de cambio», para que haya por ejemplo unas «instituciones justas» en Guatemala y al mismo tiempo una mejora palpable en cuestiones de desarrollo, educación, sanidad o infraestructuras.
Arévalo, que ha confirmado invitaciones para que autoridades españolas visiten próximemente Guatemala –a falta de «formalizarlas»–, ha apuntado que la comunidad internacional está invitada a este proceso, en el que aspira a que «ética y política no estén divorciados».
De hecho, ha reconocido que sería un «fracaso» que, una vez terminado su mandato «no hubiera restablecido la confianza en las instituciones políticas lo suficiente como para evitar la corrupción a la que (Guatemala) se había acostumbrado» resurja en futuros periodos.
La lucha contra la corrupción es, de hecho, uno de los grandes retos del nuevo Gobierno de Guatemala, en la medida que, en palabras de Arévalo, se trata de «un problema regado en el conjunto de las instituciones del Estado, incluso en la sociedad».
Arévalo ha enmarcado dentro de estos esfuerzos la depuración de empleados «fantasma» en instituciones públicas, la lucha contra el nepotismo o la creación de una nueva Comisión Nacional contra la Corrupción.
En materia de inseguridad, otro de sus grandes desafíos, ha reconocido la necesidad de combatir el narcotráfico, el crimen organizado y la extorsión, un contexto que considera no obstante distinto al de El Salvador –«aunque compartamos fenómenos como las pandillas»–, por lo que a su juicio no cabrían las mismas recetas que las del Gobierno Nayib Bukele.
Explorar integración
Arévalo ve margen para seguir estrechando lazos con otros países en la región, a pesar de que en el ámbito centroamericano ha admitido que existe una «disonancia» con Nicaragua. En este sentido, espera que las reuniones en ciernes de distintos foros, empezando por la de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y caribeños (CELAC), permitan «explorar» avances.
«Necesitamos generalizar en algo que implique a todos los distintos países», ha admitido el mandatario guatemalteco, que ha destacado el papel de la Organización de Estados Americanos (OEA) como institución capaz de «contribuir a la vigencia de los procesos democráticos» en el hemisferio occidental.
La OEA es un marco abierto a Estados Unidos, país con el que Arévalo espera seguir trabajando independientemente de quién pueda vivir en la Casa Blanca tras las elecciones de noviembre. Ha argumentado que en el «proceso de rescate de la democracia» en Guatemala recibió apoyo de políticos de los dos grandes partidos estadounidenses.
En relación a la crisis política abierta en Venezuela, que debe celebrar este año elecciones presidenciales, el presidente de Guatemala se ha ofrecido a «acudir» en momentos «en los que haya aperturas para permitir la democratización», sin valorar directamente el actual escenario de tensiones entre el Gobierno de Nicolás Maduro y la oposición.
«La política de mi gobierno estará fundamentada en el principio de que la democracia debe ser protegida y fomentada en todos los países del mundo. Creemos en la libertad de expresión, creemos en la plena vigencia de los Derechos Humanos, creemos en la libertad de participación política y, en ese sentido, estaremos dispuestos a apoyar a los procesos de democratización que existan en cualquier lugar del mundo», ha resumido.