Claudia Sheinbaum o Xóchitl Gálvez, la próxima presidenta de México enfrentará enormes desafíos

México se prepara para vivir el momento inédito de contar con una mujer en la presidencia. El 2 de junio, unos cien millones de personas irán a las urnas con dos claras favoritas en sus mentes: Claudia Sheinbaum, candidata del oficialista Partido Morena, el Partido del Trabajo (PT) y el Partido Verde Ecologista (PV), y Xóchitl Gálvez, quien encabeza una coalición opositora entre el Partido Acción Nacional (PAN), el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD). La lucha contra la violencia del narcotráfico y de género, entre las prioridades de ambas.

La campaña presidencial en México está en marcha. Su desenlace se conocerá el 2 de junio próximo. Claudia Sheinbaum, candidata del Partido Morena, el Partido del Trabajo (PT) y el Partido Verde Ecologista (PV), y Xóchitl Gálvez, candidata del Partido Acción Nacional (PAN), del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) son las favoritas. Un tercer candidato, Jorge Álvarez Máynes, del Movimiento Ciudadano (MC), no parece disponer ni de la presencia ni del apoyo nacional que se requiere para ganar ese tipo de contienda.

«Llegó la hora que una mujer gobierne el país»

Aunque Sheinbaum y Gálvez representan dos proyectos abiertamente diferenciados, coinciden, declarativamente, en un objetivo común: «llevar a México por el sendero de la paz, la seguridad, la democracia y las libertades», afirma la candidata de Morena; «recuperar la paz y la seguridad«, clama por su parte la candidata conservadora.

Claudia Sheinbaum se forjó en las luchas y movilizaciones estudiantiles que reclamaban democracia, libertad y justicia al final del reinado priista. Por eso no duda en presentarse como «heredera de la democracia contra los fraudes electorales, por la democracia sindical, en las universidades». No duda en acusar a Gálvez de haber sido beneficiaria, a través del PAN, de los fraudes electorales. La profesora Vacabaqueiros estima por su parte que uno de los principales desafíos de la hasta ahora favorita para ganar la elección presidencial será deshacerse «de la sombra del actual presidente López Obrador».

La seguridad, preocupación principal de los mexicanos

México atraviesa una profunda crisis de violencia criminal ligada mayoritariamente al narcotráfico que ha dejado un saldo de más de 150 mil muertos en los últimos años. Una crisis que se acompaña de otra tanto o más dramática, «la profunda crisis forense con más de 52 mil personas sin identificar en las fosas comunes o en los servicios forenses del país», como reconoció Alejandro Encinas, ex subsecretario de Derechos Humanos. En ese contexto no sorprende que para la gran mayoría de los mexicanos la prioridad de prioridades sea el tema de la seguridad.

Claudia Sheinbaum asegura que la inseguridad solo podrá disminuir si se atacan dos frentes, «atender a los jóvenes que quedaron abandonados durante tantos años, asegurándoles derechos, y atacar la impunidad«. Frente a ese flagelo social Xóchitl Gálvez propone «construir una prisión de muy alta seguridad y con tecnología de punta. Se les acabaron los privilegios a los delincuentes».

Feminicidios, cambio climático, economía, entre otros desafíos

La inseguridad y la violencia afectan en particular a las mujeres. En efecto, según diversas fuentes 10 mujeres son asesinadas cada día en el país. Valentina, especialista en historia del arte, estima que el hecho de que una mujer gane la presidencia no cambiaría mucho la situación. «Eso viene de una educación académica y desde casa. Si eso no cambia los feminicidios no van a desaparecer. Son una continuación del sistema patriarcal». Fabian, auditor, habitante de la ciudad de México estima que cualquiera de las dos que gane pueden combatirlos pues «ambas están informadas de ello y saben cómo tratarlo».

Para muchos mexicanos llegó la hora de que una mujer gobierne el país. «Una mujer es menos corruptible«, asegura Carlos Zamarripa, un pensionado que habita en Saltillo, Coahuila, en el norte del país, que como casi todas las personas entrevistadas asegura votará el domingo 2 de junio. Para Laura Fuentes, estudiante de ingeniería en la ciudad de México, las cosas están claras, «llegó la hora que una mujer gobierne el país».

Xóchitl Gálvez ha montado una campaña agresiva, contestataria, basada en una frase fácil de asimilar «seré una candidata sin miedo». La también senadora por el PAN no duda en pedir «un voto de castigo» contra su contrincante. Mayda Vacabaqueiros, profesora del departamento de comunicación de la Universidad Iberoamericana, una de las instituciones de educación superior más prestigiadas del país recuerda que Xóchitl Gálvez «tiene una historia política bastante larga». Y es que Gálvez saltó al ring de la política por primera vez el año 2000, durante el gobierno del conservador Vicente Fox, cuando el PRI perdió la primera elección presidencial de su historia, tras más de 6 décadas de gobernar sucesivamente el país.

Los desafíos que deberá enfrentar la primera presidenta de México son enormes y variados. Cientos de miles de migrantes llegan cada año a México en camino hacia Estados Unidos, pero la negativa de Washington de permitirles el paso ha activado una crisis que puede desbordarse en cualquier momento, además que favorece la corrupción y el tráfico de personas.

Otro gran reto, al igual que en el resto del mundo es el cambio climático. La diferencia es que esa problemática ha sido poco atendida en el país. Las concesiones mineras otorgadas antes de la llegada de López Obrador a la presidencia han supuesto en muchos casos crímenes de ecocidio a lo largo y ancho del país. Tanto o más importante, México sufre de manera acelerada de la falta de agua y sin un tratamiento de urgencia sus consecuencias sociales y económicas serán devastadoras.

Por último, pero no al último, cabe mencionar la militarización del país. Una pesada herencia de los gobiernos panistas y priistas, llevada a un clímax por López Obrador, que será muy difícil revertir. Puertos, aeropuertos, vías férreas, etcétera están ahora bajo mando militar, con lo que eso implica para la democracia.