Críticos creen que el fondo de pérdidas y daños de la COP28 no es suficiente
En Pakistán muchas familias continúan lidiando con las consecuencias de las graves inundaciones relacionadas con el cambio climático que asolaron la provincia de Sindh a mediados de 2022.
Un curry de papas y chapati, el popular pan de la India, es lo que come una familia prácticamente todos los días. No se trata de una dieta variada ni especialmente nutritiva, pero es todo lo que pueden permitirse
Uzma, de 22 años, vive en una casa de adobe con su marido, sus dos hijos y varios familiares más. Estaba embarazada de ocho meses cuando tuvieron que huir de las inundaciones que arrasaron su pueblo el año pasado.
Su casa, en la provincia meridional de Sindh, quedó bajo el agua durante meses. Entre las pérdidas también estaba su propio ganado, fuente de alimento e ingresos. Entretanto han vuelto a casa e intentan subsistir como pueden, pero la familia no se ha recuperado del todo.
Esta zona fue una de las más afectadas. La devastación es todavía visible. Las inundaciones anegaron (4 millones de acres) 1.6 millones de hectáreas de tierras agrícolas en Pakistán. Todavía no se puede trabajar en gran parte de esos terrenos.
Fueron las peores inundaciones desde que se tienen registros y su origen está (íntimamente) relacionado con el cambio climático.
Aunque Pakistán emite menos del 1% de gases de efecto invernadero a la atmósfera, su población sufre las consecuencias.
El Fondo de Pérdidas y Daños aprobado en la Cumbre del Clima de la ONU (COP28) da cierta esperanza a estas comunidades. Pero hasta que esa ayuda llegue, millones de personas tendrán que seguir subsistiendo por su cuenta.