El gobierno gangrenó la producción rural
En enero de 2021, en plena pandemia de Covid-19, con mis análisis, comencé a sugerir a Abinader que en materia económica volcara esfuerzos y recursos para convertir la agropecuaria en una locomotora de la dinamización del mercado interno y las exportaciones, fomentando el empleo y la cadena de ingresos para evitar el crecimiento de la pobreza y la expansión de los contagios del coronavirus. Sugerí, además, crear una flota pesquera nacional para aprovechar la condición de isla con el mar Caribe al sur y el océano Atlántico al norte, para disponer de pesca a nivel industrial para suplir el mercado nacional, mejorar la calidad alimentaria de la población y disponer de reservas para exportación.
También, incrementar el empleo urbano con un plan masivo de construcción de viviendas y apartamentos para atacar el déficit habitacional, la carestía de los alquileres y superar el arrabal que se extiende en la capital y las principales ciudades del país.
Asimismo, le dije al gobierno que dispusiera un plan gigante de mejoramiento del sistema carcelario, acondicionando los recintos actuales y construyendo nuevas cárceles para que entrar a una prisión no se siguiera convirtiendo en una condena a vivir en el hacinamiento, el contagio de enfermedades, la humillación, la degradación moral y la muerte.
Posteriormente, cuando la inflación comenzó a afectar a la población y el Banco Central y el coro de economistas ‘orgánicos’ decían que la subida de precios era transitoria, afirmé que estaban equivocados porque el país se exponía a una cadena de alzas ‘creciente y sostenida’ en el tiempo.
Oídos sordos
Ninguna de esas sugerencias se tomó en cuenta, pero el balance está a la vista.
El gobierno del PRM-Abinader se fue con sus propios cambios y ahora expongo solo pinceladas de lo que se negó a hacer sobre lo sugerido y los resultados de sus ‘políticas’ ejecutadas hasta hoy.
La agropecuaria nacional
Sobre mi sugerencia de apoyar la agropecuaria nacional para garantizar la soberanía alimentaria, fomentar el empleo, dinamizar el comercio interno y exportar, el gobierno de Abinader se concentró en quebrar la producción nacional, incrementar el desempleo y financiar las importaciones con todo tipo de privilegios.
La primera señal fue que nada más llegar al gobierno y como parte de la cacería de opositores que invadió a todos los ministerios, fueron cancelados más de 700 profesionales y técnicos agropecuarios, lo mismo que pasó con médicos, profesores y operarios que tenían años entregando sus experiencias al Estado.
La lógica de la cancelación de agrónomos, veterinarios, agrimensores y otros técnicos del sector agropecuario era que como no se iba a estimular la producción, si no las importaciones de alimentos primarios, en lugar de pagar esos sueldos, el dinero estatal serviría para capitalizar a los intermediarios perremeístas.
Y en efecto así se hizo, con resultados tangibles: la agropecuaria está paralizada, con la excepción de los proyectos privados agroindustriales, los frutales de exportación y la producción y cría de supervivencia. El sector no cuenta con técnicos, nuevas tecnologías ni financiamiento para sostenerse.
Peste porcina y fiebre a pollos
Sin técnicos de sanidad animal en puertos y aeropuertos porque fueron cancelados, entró la peste porcina africana que está diezmando a ese subsector, hay un raro fenómeno de abortos de ovejas en la Línea Noroeste que arruina la reproducción y la fiebre aviar, según mis fuentes, ya está en el país aunque las autoridades no quieren dar esa ‘mala noticia’.
Mientras la producción de alimentos y el fomento de la ganadería se hunden por esas políticas, el dinero estatal fluye a manos llenas para la intermediación comercial interna y para la importación de productos del agro y carnes.
Hace un año, el 16 de mayo de 2022, el presidente Abinader lanzó en la prensa el programa “SiembraRD” destinado a producir cifras astronómicas de alimentos, huevos, pollos, pavos y otros para lo que disponía de ‘500 millones’ de pesos en el Banco Agrícola.
Anticipé entonces que ese programa era un mareo para encubrir la verdadera intención de dar el tiro de gracia a la agropecuaria nacional, fomentando las importaciones de alimentos que aquí se producen de mucha mejor calidad. Con el Banco Agrícola dándoles miles de millones de pesos casi regalados a los importadores y haciéndoles aprobar una ley para que importaran los alimentos agropecuarios libres de arancel, el gobierno de Abinader gangrenó la producción rural y hundió en la miseria al campo. Un año después del lanzamiento pomposo de “SiembraRD”, los mercados dominicanos están abastecidos y no hay escases, pero de ajo de China, cebolla de Holanda, maíz de Miami aunque producido en México, limones de Centroamérica, atún de China, Filipinas y Tailandia…
De SiembraRD al colmado
Aunque el gobierno no se atreve a hacer una evaluación de SiembraRD porque puso al frente a Leonardo Faña y luego lo abandonó negándole apoyo a su buena disposición de recuperar el campo, ahora viene con un nuevo mosaico de soporte a la intermediación con el llamado programa de comercialización “del campo al colmado”.
Otra vez los fondos del Banco Agrícola, que fue concebido por Rafael Trujillo y siempre operó como una fuente de financiamiento del productor nacional, ahora tiene que financiar los nuevos colmados que creará el gobierno para vender la producción de alimentos.
¿Del campo al colmado? ¿De cuál campo? Este programa de crear cerca de 100,000 colmados, la última creatividad improvisada por el gobierno de Abinader, es financiada con los fondos del Banco Agrícola.
Desde que el mundo es mundo los colmados surgen como iniciativa particular de quien dispone de fondos para hacer comercio o va a un banco comercial a buscarlos para instalarse.
Pero ahora tenemos la novedad de que el gobierno es quien financia los nuevos colmados con los fondos del Banco Agrícola, para darle salida a millones de toneladas de alimentos que entraron al país –y están a la pérdida- amparados con financiamiento estatal y libres de arancel por decisión del mismo gobierno del PRM.
La tendencia en los últimos años ha sido a la conversión de los colmados barriales que venden alimentos, en centros de esparcimiento llamados colmadones para la gozadera.
Pero si tenemos un gobierno del cambio y necesidad de que los intermediarios que fueron financiados a manos llenas no pierdan todo lo importado libre de arancel que ahora se pudre en almacenes, les lanzan el paracaídas del financiamiento estatal para que vendan esa comida en los barrios.
Y ni tonto ni perezoso, el gobierno de Abinader corre, sonriente, a colocar una alfombra de dinero estatal para que los intermediarios reinen. Fue su elección y esperemos los resultados políticos e históricos.
El balance agropecuario es claro: no hay producción nacional, las importaciones lo invadieron todo, los precios no bajaron y acá tenemos las plagas socavando el ganado y las aves.
El próximo viernes, hago el balance de las otras sugerencias que fueron desechadas.