«El planeta Tierra tiene fiebre»
El planeta Tierra tiene fiebre, y la conferencia climática de la ONU se centró ayer domingo en los efectos contagiosos sobre la salud humana.
Bajo una bruma parda que envolvía Dubái, la cumbre COP28 dejó atrás dos días de retórica grandilocuente y peticiones de unidad de líderes mundiales para pasar a cuestiones de salud como las muertes de al menos 7 millones de personas en todo el mundo por la contaminación del aire cada año y la expansión de enfermedades como el cólera y la malaria conforme el calentamiento global trastoca los sistemas meteorológicos.
El director de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, dijo que ya era hora de que la Conferencia de las Partes de Naciones Unidas sobre clima celebrase su primer “Día de la Salud” en su 28va edición, y que las amenazas a la salud derivadas del cambio climático eran “inmediatas y presentes”.
“Aunque la crisis climática es una crisis de salud, es un gran retraso que hayan pasado 27 COPs sin una conversación seria sobre salud”, afirmó. “Sin duda, la salud es el motivo más convincente para tomar acciones climáticas”.
Tras dos días de discursos de docenas de presidentes, primeros ministros, monarcas y otros mandatarios —tanto en el escenario como entre bambalinas_, los participantes dirigían su atención a las duras negociaciones de los próximos nueve días para buscar más acuerdos sobre cómo limitar el calentamiento global a 1,5 grados Celsius (2,7 Fahrenheit) desde la era preindustrial.
También el domingo comenzaron las protestas en serio: en una sobre salud, un grupo simulaba reanimar una Tierra inflable.
“Bueno, quiero decir, es cursi hacer RCP en la Tierra”, dijo el doctor Joe Vipond, médico de urgencias de Alberta, Canadá, quien participó. “Estamos en muchos problemas en este momento y, por lo tanto, haremos todo lo que podamos para llamar la atención sobre este problema”.
Las sesiones del sábado terminaron con el anuncio de la presidencia de la cumbre de que 50 compañías de gas y petróleo habían acordado alcanzar las emisiones netas de metano y poner fin a la quema rutinaria en sus operaciones para 2030. También prometieron alcanzar las “cero emisiones netas” en sus operaciones para 2050.
El secretario general de la ONU, António Guterres, dijo que “las promesas hechas claramente están por debajo de lo necesario”.
En declaraciones el domingo, Guterres describió las reducciones de metano como “un paso en la buena dirección”, aunque criticó que la promesa de emisiones netas excluía el consumo de combustibles fósiles, que produce la inmensa mayoría de los gases de efecto invernadero que expulsa el sector, y dijo que el anuncio no aclaraba cómo pensaban las empresas alcanzar sus objetivos. El secretario general advirtió que no debía haber espacio para anuncios meramente propagandísticos.
El incremento de temperatura provocado por la quema de carbón, gas y petróleo ha empeorado las catástrofes naturales como inundaciones, olas de calor y sequía, y ha hecho que mucha gente emigre a zonas con clima más moderado, además de tener efectos negativos en la salud humana.
John Kerry, el enviado climático de Estados Unidos, dijo que le resultaba “increíble” que hubiera tomado tanto tiempo convertir la salud en un tema central de la conversación climática.
CUERPOS Y ECOSISTEMAS
“Nuestros cuerpos son ecosistemas y el mundo es un ecosistema”, dijo Kerry. “Si envenenan nuestra tierra y envenenan nuestra agua y envenenan nuestro aire, envenenan nuestros cuerpos”.
Señaló que su hija, Vanessa, que trabaja con Tedros, “me repite a menudo que no debemos medir el progreso ante la crisis climática sólo por los grados evitados, sino por las vidas salvadas”.
Una declaración de la COP28 respaldada por unos 120 países recalcó el lazo entre la salud y el cambio climático. No mencionó el abandono de los combustibles fósiles que calientan el planeta, pero prometió respaldar los esfuerzos de limitar la contaminación del sector de la salud, que supone el 5% de las emisiones globales, según el jefe de la OMS.
Diarmid Campbell-Lendrum, jefe de clima y salud en la OMS, dijo que simplemente el calor ha aumentado la presión sobre el cuerpo e incrementado las tasas de enfermedades infecciosas.
“No hace falta que el cambio climático aparezca en un certificado de defunción para tener la certeza de que el cambio climático está causando muertes”, afirmo Diarmid Campbell-Lendrum, responsable de salud y clima en la OMS.
En Estados Unidos, el 8,5% de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen del sector de la salud y la administración del presidente Joe Biden está tratando de utilizar fondos de la Ley de Reducción de la Inflación para intentar reducir esa cifra, dijo la almirante Rachel Levine, subsecretaria de Salud y Servicios Humanos.
“Si queremos alcanzar los objetivos nacionales en materia de cambio climático, tendremos que incluir al sector de la salud”, agregó.
Los funcionarios estadounidenses dijeron que uno de los principales problemas han sido las emisiones de residuos de anestesia de los hospitales y los gases de efecto invernadero que se escapan cuando los pacientes son tratados por enfermedades respiratorias como el asma con inhaladores de albuterol.
Parte de la solución puede venir de la creación de conciencia: cuando los funcionarios utilizaron un sistema que mostraba a los anestesiólogos cuánto gas usaban y cuánto escapaba, las emisiones se redujeron hasta a la mitad, dijo el doctor John Balbus, director de cambio climático y equidad en salud en Salud y Servicios Humanos.
El doctor Yseult Gibert, de Montreal, dijo que 70% de las emisiones de los quirófanos provienen de la forma en que se administra la anestesia a los pacientes. Agregó que algunos tipos de anestesia son más respetuosos con el clima que otros, sin sacrificar la calidad o la eficacia en lo que respecta a la atención.
Gibert, de 24 años, ahora en la Universidad Johns Hopkins, se especializa en “salud planetaria”, la intersección entre clima y salud. Las olas de calor, que pueden ser mortales, también pueden afectar la salud mental, como la de los adolescentes, dijo, mientras que la mala calidad del aire puede dificultar la vida de quienes enfrentan enfermedades pulmonares y cardíacas y causar problemas respiratorios, como asma en los niños.
“No mucha gente sabe que la crisis climática es una crisis de salud”, añadió.
El impacto de la actividad humana en el clima fue visible para los asistentes a la conferencia en Dubái, una ciudad en auge rica en petróleo que a menudo enfrenta niveles más altos de contaminación del aire que otros lugares de la Tierra debido a su ubicación. La neblina es común.
La ciudad se encuentra en la costa del Golfo Pérsico, pero tierra adentro comienza un enorme desierto que abarca un tercio de la Península Arábiga.
La expansión de la ciudad ha conllevado una rápida construcción, zonas industriales y polución de los automóviles, lo que se suma al efecto de la arena y las partículas que empujan los vientos del desierto. Ahora viven unos 3,5 millones de personas en Dubái, en comparación con las menos de 183.000 de hace menos de 50 años, y las estimaciones sugieren que otro millón se desplaza cada día para trabajar en la ciudad estado.
En su sitio web sobre medio ambiente, el gobierno de Dubái indicó el domingo que el índice de calidad del aire era “bueno” en su mayoría. La firma suiza IQAir, una compañía tecnológica que vende productos que miden la calidad del aire, situó Dubái 18va en una clasificación de ciudades con mala calidad de aire, con niveles “moderados” al mediodía del domingo. Mencionó altos niveles de dos tipos de partículas suspendidas y recomendó llevar mascarilla a “grupos sensibles”, así como reducir el ejercicio al aire libre.