El reto de ser jefa de hogar cuando se está entre «los más pobres»
12 de junio de 2023«Ha sido fuerte porque, cuando se presenta el caso de ser madre soltera hay que ver el norte, las cosas de otra forma, y hay que dejar cosas que uno, como persona, como ser humano, quisiera ver en su vida: sueños, metas… Yo quería estudiar, quise ser diseñadora de interiores y estaba estudiando en Infotep, pero ya luego que me separé, no pude continuar, porque ya había que trabajar».
Gabriela Soto, madre de tres y con 35 años de edad, resume en esa cita la que ha sido su vida (que detalla más adelante) los últimos nueve años, pero que bien puede representar la realidad de miles de mujeres que asumen el control de sus familias y sus casas.
«Un hogar de tamaño promedio se consideraría en situación de pobreza general si sus ingresos mensuales son inferiores a RD$22,176 en el año 2022»
Enhogar 2022
El número de hogares que tienen como figura principal o jefe a una mujer es cada vez mayor en República Dominicana. Hace 20 años, las jefas de hogar eran el 35.3 % del total de hogares, según datos de la Encuesta Nacional de Hogares de Propósitos Múltiples (Enhogar) de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE). Pero en la última medición, realizada en 2022, ya eran el 40.4 %.
Ellas, las mujeres, tienen la particularidad de encabezar, en su gran mayoría, los hogares monoparentales, siendo el 34.7 % frente al 3.4 % de los hombres en esta modalidad, conforme los datos de la Enhogar 2022.
También les toca dirigir hogares con menos recursos, pues son «las más pobres entre los pobres», lo que les obliga a tener que idear maneras para que el ingreso pueda cubrir las necesidades de sus familias.
Limitar los estudios de los hijos, dejar de comerse un plato apetecido, no lucir la prenda codiciada, vivir al acecho del vendedor que trae los productos más baratos o llenarse de deudas para resolver problemas del momento, son parte de las maniobras que hace una ama de casa cuando le toca cargar con la doble tarea de ser madre y proveedora sin un apoyo económico extra de parte de una pareja.
El sueño no alcanzado
«Desde chiquita ella decía que iba a ser doctora y nosotros les decíamos que no teníamos recursos, que esa carrera es muy costosa».
Juana Angustia habla de las decisiones que su situación de escasez de recursos le obligó a adoptar frente a las aspiraciones de su hija.
«Ella decía: ´yo quiero ser doctora´ y yo le decía que no, que no, que ella no podía ser eso, porque no teníamos recursos para ella estudiar. Bueno, después decidimos que fuera a la universidad y que estudiara Enfermería. Ella se hizo auxiliar y ahora no hace mucho que se hizo licenciada en Enfermería. Ya no dice que quiere ser doctora…», recuerda Angustia.
Aunque estuvo casada, a ella le tocó asumir el «timón» de la familia en términos de aportes económicos, pues el trabajo de su pareja, mientras vivió, no era fijo y el ingreso era inestable. Previo a su fallecimiento, el esposo de Juana había perdido la visión hacía varios años, así que a ella le tocó ser la gran proveedora y dirigir el hogar, como continúa ahora, cuando, viuda y con hijos entre 28 y 39 años, todavía se afana por resolver algunas de sus necesidades.
Ellas son más pobres
En 2022 el Comité Técnico Interinstitucional de Medición de la Pobreza (CTP), del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo, actualizó su metodología para medir la pobreza monetaria, una condición que se da cuando los hogares no tienen los recursos suficientes para adquirir la canasta básica.
Bajo el nuevo método, la tasa de pobreza general en el país para el 2022 fue de 27.7 %, pero al hacer la medición por género, las mujeres resultaron ser más pobres. La tasa de mujeres en pobreza general el año pasado fue de 29.4 % frente al 25.8 % de los hombres, dice el Ministerio de Economía en su informe «Pobreza Monetaria en República Dominicana 2022″.
«Dada la feminización de la pobreza en la República Dominicana, es importante considerar el índice de feminidad de la pobreza general que según CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) es el más alto de la región (CEPAL 2022) para el año 2022. Aplicando la Metodología 2022, fue de 135.6 mujeres de 20 a 59 años en situación de pobreza por cada 100 hombres en situación de pobreza«, dice el documento.
Mujeres al mando de su hogar a pesar de los pocos ingresos
«Empoderarme y depender de mí»
Gabriela se casó a los 18 años y a esa misma edad quedó embarazada de su primera hija, que ahora tiene 16. Pese al embarazo, siguió estudiando con la meta fija de que algún día sería diseñadora de interiores.
Luego de su primera hija, llegaron otros dos que ahora tienen 11 y 9 años, pero desde hace justo nueve años, se separó de su pareja. «Levantar los hijos sola ha sido muy fuerte, ha sido muy fuerte, pero tiene su beneficio y también ha sido bueno, porque he podido adquirir mucha capacidad, he podido aprender a depender solamente de Dios y de mi fuerza», dice la joven madre en la sala de la pequeña vivienda que ha logrado levantar en el sector conocido como Los Soto, en Arroyo Hondo II, en el Distrito Nacional.
Con lágrimas que de momento le invaden el rostro, la mujer cuenta lo doloroso que fue verse sola con tres niños pequeños. Lo primero a que atinó fue a dejar las clases de diseño que había empezado y pensar en buscar trabajo.
Una banca de lotería, donde le pagan 6,000 pesos al mes, fue lo primero que apareció. Lo bajo del salario y de la pequeña ayuda que los padres de sus hijos le daban por entonces, no alcanzaban para cubrir los gastos de la familia, así que Gabriela se vio en momentos de dificultad y obligada a recibir la solidaridad de su madre, que le cubría la segunda de las comidas del día. También tomaba «fiaos» (créditos) al colmado cercano. Con todo eso, cuenta que hubo muchos días en que acostó a los niños sin la cena, porque el dinero no le alcanzaba.
Desde entonces, la situación ha ido mejorado, aunque con limitaciones, pues el dinero, insiste, no es suficiente para todos los gastos que tienen los cuatro.
Para equilibrarse, la mujer acude a dos amigas que se encargan de cuidarle los niños, luego que regresan de la escuela, pues los ingresos no le alcanzan para pagar un lugar de cuido.
Con la alimentación, se asegura de que la nevera siempre esté llena, pues los niños «comen mucho». Ella está al pendiente de comprar siempre productos en el mercado, porque le resultan más baratos, aprovecha los especiales que se anuncian para el supermercado y compra en polvo la leche, con que les sirve cereales a los niños, pues la líquida le sale más costosa.
Su manejo estricto del dinero le ha permitido, incluso, hacer algunos ahorros, con los que pudo levantar en concreto la pequeña casa que antes era de madera y estaba muy deteriorada. También equiparla con los enseres básicos y hasta para llevar de vez en cuando a los niños a un parque, a la heladería o la pizzería, le ha alcanzado.
Lo que si sigue relegado es su deseo ser diseñadora.
«Mi deseo todo el tiempo era hacer una casa y en ese tiempo no pude»
Juana Angustia tiene 62 años. Desde pequeña conoce lo que es ganarse su propio sustento, pues su padre falleció cuando ella tenía apenas dos y, para ayudar a su madre, le tocó trabajar desde temprano en la adolescencia.
No sabe escribir y lee con dificultad, pues solo llegó a cursar un cuarto grado de primaria. Se casó a los 16 y nunca paró de trabajar, primero en una zona franca, luego en una casa de familia, donde duró unos dos años. Lo dejó y puso su propio negocio de vender fritura en una de las calles de Villa Altagracia, donde vive, justo en el sector Pajarito.
«Tengo más de 35 años con este negocio y de ahí ha salido todo. La hembra es enfermera y eso fue a base de mi negocio trabajando, que la ayudé», comenta.
Juana contó con la ayuda de su esposo, que hacía de vendedor de frutas y vegetales, pero la mayor parte de los aportes corrían por su cuenta. Con limitaciones, logró que sus tres hijos se hicieran bachilleres, aunque luego no le alcanzó para pagarle a su hija la carrera que quería.
«Uno ganando poco dinero, uno no puede hacer todo lo que uno quiere, porque mi deseo todo el tiempo era hacer una casa y en ese tiempo yo no pude», exclama.
Tampoco pudo comprar algunas ropas o carteras que quiso ni visitar los lugares que le interesaron en algún momento. Tampoco complació todas las demandas de juguetes que le hacían sus hijos, para poder cubrir las exigencias de las casas y que no pasaran hambre. No obstante, ella siempre ha procurado hacer algún ahorro.
«Yo si tengo que hacer algo yo lo hago. Lo que pasa es que hay gente que cuando consiguen cinco pesos de una vez quieren gastarlo, yo no soy así. Si tengo que comprar algo lo compro, pero que sea de necesidad».
Su disciplina a ahorrar y la ayuda del microcrédito, al que ha acudido en varias ocasiones, es lo que le permitió acondicionar su casa como había ideado. Cambió la madera por block y cemento, puso pisos y hasta logró revestir algunas de las paredes. Le favorece que sus hijos, ya adultos, trabajan y la ayudan con algunos gastos.
Ahora su deseo es comprar una camioneta que necesita para que su hijo la use en su trabajo. Como lo hizo cuando debía comprar los útiles escolares o cuando emprendió la tarea de remodelar su vivienda, sigue guardando lo poco que le permite su deprimido ingreso. Ya tiene previsto tomar otro crédito para completar el monto que no logre reunir y comprar el vehículo. «Voy a coger (prestado) 250,000. Ya hice la solicitud, pues yo tengo parte del dinero. Lo que yo tengo y el préstamo, con eso la vamos a comprar (la camioneta)», dice confiada.