En un campo de tiro en EEUU, más mujeres aprietan el gatillo
Vestida con una camiseta rosa en la que se lee en inglés «Una chica y un arma», la instructora de tiro estadounidense Charneta Samms muestra a un grupo de mujeres cómo agarrar correctamente una pistola.
A su alrededor, suenan disparos y los casquillos se amontonan en el suelo de un campo de práctica cercano a la ciudad de Baltimore, en el este de Estados Unidos, donde cada vez más visitantes son mujeres.
«Por desgracia, el mundo se está volviendo un poco loco», afirma Samms, de 49 años, que dirige la filial local de «A Girl & A Gun», un club de tiro exclusivamente femenino.
«Por eso creo que es importante que las mujeres sepan defenderse», explica a la AFP.
Al igual que Samms y sus alumnas, cada vez son más las mujeres que optan por tener armas, asumiendo un papel cada vez más destacado en esta popular afición estadounidense. El cambio se produce en medio de una creciente agitación social y política en Estados Unidos tras la pandemia del covid-19.
Una de las mujeres que asistieron recientemente al curso de formación de Samms es Kenya Watkins, profesora de geometría en una secundaria de Baltimore, ciudad cuyo índice de criminalidad, notoriamente alto inspiró la legendaria serie de televisión «The Wire».
Watkins, de 49 años, dice que fue el temor por su seguridad y la de su hija, que entonces tenía 24 años, lo que la impulsó a empezar el entrenamiento con armas de fuego.
«No quería que ella fuera víctima de nadie, siendo una joven afroestadounidense que vivía sola en la ciudad de Baltimore», explica a AFP.
– Como el queso suizo –
Durante décadas, el propietario promedio de armas en Estados Unidos fue un hombre blanco de zonas rurales con opiniones políticas conservadoras. Pero eso está cambiando a medida que más mujeres compran armamento y aprenden a usarlo.
En los últimos 10 años, el porcentaje de mujeres estadounidenses que poseen armas se ha más que duplicado, pasando del 12% al 25%, mientras que el número de hombres que las adquieren solo ha aumentado ligeramente, del 37% al 40%, según el Pew Research Center.
Además, el aumento de las ventas de armas en 2020 -cuando el país se enfrentaba a la incertidumbre del covid-19 y al aumento de la delincuencia en muchas ciudades- fue especialmente notable entre las mujeres: constituyeron casi la mitad de los nuevos propietarios, según un trabajo de investigación publicado el año pasado en la revista Annals of Internal Medicine.
La enfermera Adrian Williams explicó que acudió a entrenarse con Samms porque solo mide 1,52 metros y quiere poder defenderse si la atacan. Ahora, con una pistola en la mano, se siente más segura.
«Es increíble. Y me da poder», dice Williams, de 45 años. «La pistola es lo que me iguala. Es lo que me va a dar la oportunidad de salvar mi vida o la de mis seres queridos».
Marcia Threatt, intérprete de lengua de signos de unos 50 años, reconoce que algunos de sus amigos se sorprendieron por su afición.
«Es como: ‘Oh, no pude creer que fueras ese tipo de persona'», dice Threatt. «No encajo en la tipología de la persona promedio».
Watkins, la profesora de geometría de Baltimore, se ha mudado desde entonces a un barrio más seguro. Pero sigue yendo a entrenar en A Girl & A Gun, disparando ráfaga tras ráfaga a un blanco de tiro y llenándolo de agujeros como un queso suizo.
Russ Leith, un jubilado de 68 años que trabaja como oficial de seguridad en el campo de tiro tres veces por semana, dice que se alegra de que vayan más mujeres.
Ellas son «más fáciles de tratar que los hombres, quieren aprender», dice Leith, con auriculares antirruido. «Los chicos pueden ser más machistas al respecto».
Los tiroteos masivos se han vuelto comunes en todo Estados Unidos, donde es fácil el acceso a armas de fuego en la mayoría de los estados.
De acuerdo con la oenegé Gun Violence Archive, 44.374 personas murieron por armas de fuego en Estados Unidos en 2022.
Por: AFP/Ulysse Bellier