Fernando Villalona, una leyenda de la música latina que ha superado todas las batallas
La vida de Fernando Villalona está marcada por una serie de desafíos que ha enfrentado con determinación, perfeccionismo y humildad.
Desde los años de su niñez en Loma de Cabrera, Montecristi, hasta su consolidación como una leyenda de la música latina, su historia es un testimonio de superación y resiliencia.
El Festival Nacional de la Canción realizado en 1971 y organizado por el reconocido músico Rafael Solano, fue el primer escenario donde Villalona demostró su talento.
Desde ese mismo momento comenzó a enfrentar la primera de muchas batallas que enfrentaría en el curso de su vida. Los jurados del festival tienen una deuda histórica, pues para nadie es un secreto que la interpretación de la canción “Lágrimas para un recuerdo”, se ganó el corazón de todo un país que seguía desde sus hogares y de manera presente tan importante festival. Para sorpresa, el ángel artístico, el histrionismo, la magia y excelente interpretación del joven oriundo de Montecristi, el jurado no supo conectar con su brillante participación, otorgándole el quinto lugar, mientras para el país, por aclamación, le daba el primer lugar.
A partir de ahí, Fernando tuvo que enfrentar la posición de su propio padre Ángel Ramón Villalona (Cabito), que con su formación regia y campesina, no quería ver a su hijo inmiscuido en ese mundo, al final, tanto su padre Cabito, y su madre Virginia Arcadia Évora, le dieron el más rotundo respaldo a su hijo pródigo, quien nació en Montecristi, pero se crió y vivió sus primeros años de juventud junto a sus 9 hermanos y padres en su amada Loma de Cabrera.
Al ingresar a la orquesta Los Hijos del Rey en en el año 1976 bajo la dirección del maestro Wilfrido Vargas, pasa de baladista a merenguero, ritmo que lo catapultó inmediatamente desde que grabó el merengue «Homenaje a Tatico Henríquez» en el año 1977. Con este icónico tema, seguido de éxitos como Cama y Mesa, El Gusto, Félix Cumbe, Confundido, Dominicano Soy, Seré, El Quijote, Delirante Amor, entre otros grandes éxitos de su extensa carrera musical, se convirtió en una leyenda de la música dominicana y latina en general.
Pero la fama también trajo consigo sus propios desafíos. Las drogas amenazaron su vida y su carrera, llevándolo a vivir en Nueva York en un entorno perjudicial. Sin embargo, a diferencia de algunos de sus colegas que sucumbieron a las adicciones, Villalona encontró la fuerza para salir adelante. Con la ayuda de su familia, amigos y su fe en Dios, logró dejar atrás ese oscuro período.
La gran diferencia de Fernando con sus colegas que también habían caído en el vicio de las drogas, fue que Fernando sacó su verdadera fortaleza para poder salir de ese mundo perverso.
Su perfeccionismo, carácter, humildad y su gran creencia en Dios, permitieron que pudiera salir poco a poco a camino.
Recuerdo que cuando conocí a Fernando en 1995 en el Club Los Prados, de la mano de nuestro gran amigo en común, Mauricio Cruz, mientras jugaba softbol en la primera base, pude observar su gran deseo de compartir con gente de bien. Se le notaba que tenía la firme decisión de romper con aquellos «amigos» que tanto daño le hicieron. De ahí en adelante su gran batalla del vicio de las drogas no fue fácil de vencer, pues para ello tuvo que sustituir un vicio por otro. Y es que sustituir la droga que lo afectó tan dramáticamente, su fantasma aparecía continuamente, y fue ahí cuando se aferró al alcohol, al punto que para no verse tentado a rendirse de nuevo, tuvo que literalmente emborracharse ininterrumpidamente para poder sacar y matar el fantasma de las drogas que hizo todo lo posible por volver. Fue gracias al continuo consumo de whisky y cigarrillos que logró vencerlo. Pero le quedaban dos batallas por vencer. Las secuelas de las drogas habían afectado su salud, y a esto se le sumó el consumo de alcohol y cigarrillos que le provocaron un preinfarto en el año 2006, logrando salir de esta nueva batalla que atentó contra su vida. A Fernando le fue colocado un “stent” en una de las arterias del corazón. De ahí en adelante le fue prohibido el consumo de alcohol y cigarrillos, y del alcohol y los cigarrillos se aferró a su fe en Dios, a quien le había pedido que no lo dejara morir cuando sintió fuerte dolor en el pecho acompañado de escalofríos.
Fernando, en su nueva etapa, sustituyó el consumo de alcohol y cigarrillos por la comida. La ansiedad hizo que el alto consumo de alimentos provocara un pronunciado sobrepeso, que le impedía, incluso, realizar sus labores normales, al punto que en el año 2019 corrió la voz de un supuesto infarto en la ciudad estadounidense de Orlando, que el mismo Fernando desmintió. Ya en esta etapa, en el año 2020, Fernando con todos los temores decide realizarse una cirugía bariática, lo que le permitió rebajar considerablemente su peso, otra batalla más superada por esta leyenda de nuestro arte popular, no sin antes haber superado otras grandes batallas como la muerte de su padre Tavito en el 2015, su madre doña Arcadia en el 2017 y la de su hermano Omar en 2018.
Fernando, para lograr vencer tantas batallas, y hoy en día poder estar disfrutando su vida a plenitud y éxito, tuvo que aferrarse a Dios, saber elegir a su compañera Fátima Vicioso, quien lo ha llenado de estabilidad, comprensión y amor, entregarse a sus hijas Paloma y Clarissa, así como a sus hijos adoptivos, Matthews y los mellizos Fernando José y José Fernando.
No puedo pasar por alto el gran apoyo de su sombra a través de los años, su hermano Bolívar, y el acompañamiento de tantos amigos valiosos que como yo, siempre hemos deseado lo mejor para nuestro querido y admirado Ramón Fernando Villalona Évora, (El Mayimbe).
Su gran legado a la música dominicana y latina es innegable, pero su historia de superación es aún más inspiradora. Es un ejemplo vivo de cómo la perseverancia y la fe pueden llevarnos a superar cualquier adversidad.
Por Lincoln Minaya