Las dos caras de la inflación en Argentina: Restaurantes llenos, gente «sin techo»

En las noches de Buenos Aires hay cada vez más gente durmiendo en las calles…  y también más gente cenando en los restaurantes.

Es viernes y en la costa del Río de la Plata, el restaurante Enero está lleno, como tantos otros en barrios ricos e incluso de clase media. Diego Rosignuolo, uno de sus socios, intenta explicar este fenómeno: pese a que la inflación en argentina ronda 114 %, el consumo en recreación y cultura, incluida la gastronomía, sube un 7 % respecto de 2022.

«Nuestra moneda se va devaluando y no tiene sentido ni guardarla y no hay muchas opciones de ahorro e inversión. Entonces, tanto en lo que es turismo, vacaciones la gastronomía o la recreación, hace que que en este sentido en los últimos años haya mucha gente en ese plan de consumo permanente», argumenta Diego Rosignuolo, propietario del restaurante Enero.

Uno de los clientes, Roberto Romano, gasta el equivalente a 40 dólares, al tipo de cambio paralelo, en un plato de ostras y un vino. «Ante la crisis que hay alrededor que nos rodea a todos y nos golpea a todos, el salir a comer es el gusto que te podés dar. No te comprás ropa, no te comprás un amenity (producto de lujo), no te compras algo, pero si la gastás en comida. ¿Por qué? Porque sentís placer y te das el gusto y te das el lujo», asegura.

Con el dinero que Roberto gasta en su cena, Rodolfo podría alquilar una habitación en un barrio, pero desde hace un año duerme a la intemperie. En el ultimo año aumentó un 34 % la cantidad de gente que pernocta en las calles de Buenos Aires. Por sus adicciones, Rodolfo descuidó el trámite para conseguir un subsidio para pagar la mitad del alquiler. No le alcanza con lo que gana recolectando residuos, que luego vende para su reciclaje.

«No te alcanza nada. Te vas a la carnicería. ¿Me das vacío? Sí, un kilo. ¿Cuánto es? Dos gambas y media (2,500 pesos). ¿Y las seis lucas (6,000 pesos) que vos hiciste? Más el arroz que vos tenés que comprar, más la verdura, más lo que gastás en gas. Estamos todos locos. Yo estoy enfurecido», confiesa Rodolfo.

Mariana González, economista de la Central de Trabajadores de Argentina, analiza el crecimiento de la brecha social, visible en esa ecuación que mira la relación entre restaurantes llenos y más gente sin techo. «Hay una sociedad que en su conjunto se ha empobrecido. Las personas que están más abajo en el nivel de ingresos lo sufren más. Los sectores medios no fueron los más favorecidos, sino más bien todo lo contrario. Y sin embargo se ven en esos mismos sectores medios fenómenos como el de los restoranes».

Otros analistas atribuyen el fenómeno de los restaurantes llenos a la llamada economía barrani, la de profesionales de altos ingresos que trabajan en la informalidad y ganan cada vez más. Un modelo de vida alimentado por los trabajos remotos con sueldos en divisas, a los cuales los que viven en la calle no tienen acceso.