Los haitianos mantienen cerrado el paso fronterizo de Jimaní
Las autoridades dominicanas abrieron ayer la frontera con Haití por Independencia, donde se acostumbra a realizar el mercado binacional los lunes y jueves. Sin embargo, la puerta del lado haitiano se mantuvo cerrada.
Según fuentes locales, los comerciantes haitianos no cruzaron, porque, supuestamente, un grupo amenaza con botar la mercancía adquirida en territorio dominicano. Decenas abrieron sus locales con pocas expectativas de venta tras el boicot del miércoles en Dajabón y Pedernales.
La Dirección General de Migración (DGM) ha tomado decisiones sobre el acceso a República Dominicana a los haitianos que figuren en la base de datos biométricos como deportados, quienes se identifican como comerciantes para cruzar al lado criollo.
Los comerciantes locales se ven en una encrucijada, en la que entienden la razón de la disposición respecto al cierre y los efectos que esta conlleva.
El Gobierno dominicano anunció una flexibilización de las medidas a partir del 11 de octubre luego de cerrar la frontera en rechazo al canal en el río Masacre.
Las nuevas disposiciones permitirán el traslado por Dajabón, Elías Piña e Independencia de productos, que incluyen alimentos y medicinas. No obstante, se mantendrá la prohibición de la exportación de productos electrónicos, cemento y varillas para evitar las construcciones de estructuras que amenacen los activos medioambientales dominicanos.
Los «morenos» mueven el mercado
Uno de los restaurantes más reconocidos de Jimaní pasó de un menú que incluía masa de cangrejo, lambí y mofongo a vender tostones con jamoneta o queso.
«Es duro decirlo, pero los morenos (los haitianos) son los que mueven la cosa (la economía) aquí», expresa la encargada, que también habla de que frente a su negocio hay un lavadero de carros que ayer estaba vacío.
«Si así está la cosa en Jimaní, que allá vive gente, imagine aquí, en la frontera», lamenta la vendedora del Restaurante El Paso, justo al lado de la puerta que comunica con Haití. Tenían 20 días que no abrían. El miércoles lo abrieron y, antes del mercado, ya están preparados los guineítos, huevos sancochados y fritos que piensan vender en el día.
Ayer, sus únicos clientes fueron soldados del Cuerpo Especializado de Seguridad Fronteriza (Cesfront) y los agentes de la Dirección General de Migración.
«No nos dejen solos»
Los dominicanos que participan del mercado binacional en Jimaní aseguran que están de acuerdo con el cierre de la frontera.
En conversación con Diario Libre, narran que ellos cuentan con justificaciones para querer que pongan control en la frontera: la quema de una granja de chivos en La Descubierta meses atrás propiedad de Aurin Dotel, vocera de la Asociación de Comerciantes del Mercado Binacional Jimaní Mal Paso. Allí murieron unos 300 chivos y el caso permanece abierto.
También la muerte a machetazos de Manuelsito Novas en Arroyo Blanco, Jimaní, y de la pareja dominicana Francisco Cuevas Díaz y Rosa Medina Cuevas. Ambos acontecimientos ocurridos este año y aún sin aclarar.
Por esos crímenes, y la alta presencia de haitianos en el lado criollo sin ninguna identificación, los dominicanos reconocen que es necesario poner controles a la frontera.
«La soberanía y la nación es lo primero, pero no nos dejen solos», pide Dotel.
La soledad a la que se refieren los productores es a la ausencia de agencias del Gobierno que los ayuden. Cuentan con decenas de furgones de productos perecederos de primera necesidad con más de un mes almacenados sin que se puedan vender.
«La apertura»
A pesar de que el Gobierno dominicano ha hecho hincapié en la apertura de la frontera y los mercados, en la práctica, la apertura comercial no es real. Pues esto implicaría que las ventas se transporten a territorio haitiano en carretilla, cuando las ventas que se realizan se trasladan en furgones.
Los productos cogen gorgojos
«Aquí nadie ha venido a decir qué van a hacer con nosotros porque tenemos préstamos. Está muy bien la soberanía y todo eso pero, ¿qué hago con esto que tengo aquí?», dice Jesús Ferreras mientras muestra un saco lleno de gusanos.
«A mí lo que más me duele es que aquí no ha venido nadie a decirle a uno ¿cuál es su problema?, ¿qué es lo que necesitan?, ¿cómo te puedo ayudar? Nadie», concluye Ferreras.
Víctor Dotel otro comerciantes cuyos furgones están llenos de gorgojos. Cada furgón lleno de alimentos puede costar medio millón de pesos, adquiridos a través de préstamos.
Uno de los principales problemas para gestionar cualquier tipo de ayuda gubernamental en Jimaní es la ausencia de asociación. Los comerciantes reconocen que están atomizados con al menos cinco asociaciones más, ninguna reconocida como tal, en lo que dicen, están trabajando.