Menores transgénero en EE.UU. se ven cada vez más obligados a buscar atención fuera de su estado

Una mañana de junio, Flower Nichols y su madre emprendieron una expedición a Chicago desde su hogar en Indianápolis. La familia estaba decidida a que se sintiera como una aventura por la ciudad, aunque ese no era el objetivo principal del viaje.

La tarde siguiente, Flower y Jennilyn Nichols visitaron a un médico en la Universidad de Chicago para saber si podían darle medicamentos a Flower, de 11 años, para bloquear la pubertad. Comenzaron a buscar proveedores médicos fuera de Indiana después del 5 de abril, cuando el gobernador republicano Eric Holcomb promulgó una ley que prohíbe a los menores transgénero acceder a bloqueadores de la pubertad y otras terapias hormonales, incluso si ellos contaban con la aprobación de sus padres y el consejo de los médicos.

Al menos 20 estados norteamericanos han promulgado leyes que restringen o prohíben la atención de afirmación de género para los menores trans, aunque la mayoría están envueltos en impugnaciones legales. Antes, y durante más de una década, dichos tratamientos estuvieron disponibles para niños y adolescentes en Estados Unidos y han sido respaldados por asociaciones médicas importantes.

Quienes se oponen a la atención de afirmación de género dicen que no hay pruebas sólidas sobre sus supuestos beneficios, citan investigaciones ampliamente desacreditadas y mantienen que los niños no deberían tomar decisiones que les cambien la vida y de las que puedan arrepentirse. Los defensores y las familias afectadas por las leyes recientes dicen que dicha atención es vital para los niños trans.

El 16 de junio, un juez federal bloqueó partes de la ley de Indiana para que no entrara en vigencia el 1 de julio, pero muchos pacientes aún pasaban problemas para seguir recibiendo su tratamiento.

Jennilyn Nichols quería que su viaje a Chicago estuviera definido por recuerdos felices. Explorarían el Museo de Ciencia e Industria y, de regreso a casa, se detendrían en una tienda de golosinas.

Ella decidió mantener una sensación de normalidad: bueno, eso es justo lo que hacen las familias.

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Muchas familias en Indiana, Mississippi y otros estados están buscando cómo enfrentar las nuevas leyes que implican o, a veces, acusan directamente a los padres de abuso infantil por respaldar a sus hijos para obtener acceso a atención médica de afirmación de género.

Algunos niños y adolescentes trans dicen que las prohibiciones envían un mensaje simple: que no pueden ser ellos mismos. Eso hace que los padres desesperados busquen una atención médica fuera de su estado que pueda ayudar a sus hijos a prosperar.

«Lo que necesitan los jóvenes transgénero expresivos es lo que necesitan todos los jóvenes: necesitan amor y apoyo, y necesitan respeto incondicional», declara Robert Marx, profesor asistente de Desarrollo Infantil y Adolescente en la Universidad Estatal de San José. Marx estudia los sistemas de apoyo para personas LGBTQ+ y trans de 13 a 25 años. «Necesitan sentirse incluidos y parte de una familia».

Algunas familias de Indiana recurrieron al grupo de apoyo GEKCO, fundado por Krisztina Inskeep, cuyo hijo adulto es transgénero.

«Creo que la mayoría de los padres quieren hacer lo mejor por sus hijos», manifiesta Inskeep. «Es bastante nueva para la gente esta idea de que el género no es solo binario y que tu hijo no es quien pensaron al nacer».

Las percepciones de la mayoría de los padres, agrega Marx, no se alinean claramente con los extremos de apoyo o rechazo total de las identidades de sus hijos.

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El 13 de junio, Flower y Jennilyn dejaron Indianápolis con un plan de atención del Hospital Infantil Riley de la Universidad de Indiana, la única clínica de género del estado. La decisión de comenzar con medicamentos que bloquean la pubertad hace dos años no fue algo que la familia tomó a la ligera.

Jennilyn recordó haber preguntado desde el principio si la expresión de género de su hija era permanente. Finalmente, escuchó a su hija y supo que nunca tuvo dudas.

Las conversaciones entre Flower y su madre a menudo están marcadas por una franqueza poco común.

«Antes de conocerte y antes de realizar este viaje contigo», le dijo Jennilyn, «no habría pensado que un niño sabría que era trans o que un niño simplemente saldría programado de esa manera».

Ahora, Jennilyn afirma que sus preocupaciones se han trasladado a las habilidades de ortografía de Flower o a cómo manejará sus enamoramientos. Ahora considera irracionales sus primeras ansiedades.

Flower explica que ella y sus padres toman decisiones médicas juntos porque, «por supuesto, ellos no pueden decidir qué medicamento debo tomar».

«Al mismo tiempo, no puedes elegir un medicamento que no podemos pagar o que, ya sabes, podría hacerte daño», responde Jennilyn.

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En Mississippi, la prohibición de la atención de afirmación de género se convirtió en ley estatal en el 28 de febrero, lo que provocó que un padre y su hijo trans abandonaran el estado a finales de julio para que el adolescente pudiera encontrar atención médica en otro estado, en Virginia.

Ray Walker, un estudiante distinguido de 17 años, vive con su madre, Katie Rives, en un suburbio de Jackson. Sus padres están divorciados, pero su padre también vivía en la zona.

Cuando Tate Reeves, el gobernador republicano de Mississippi, firmó el proyecto de ley que prohíbe la terapia hormonal para cualquier persona menor de 18 años, acusó a los «activistas radicales» de promover una «ideología enfermiza y retorcida que busca convencer a nuestros hijos de que están en el cuerpo equivocado».

A medida que la provisión de atención de afirmación de género se hizo escasa y más tarde fue prohibida, el padre de Walker, quien declinó ser entrevistado, aceptó un trabajo en Virginia. Rives, sin embargo, permanece en Mississippi con sus dos hijos menores.

Walker dice que todavía lo persiguen los recuerdos del período angustioso cuando inició su pubertad a los 12 años. «Mi cuerpo no podía soportar lo que le estaba pasando», afirmó.

Después de un proceso de evaluaciones de un año, seguido de bloqueadores de la pubertad e inyecciones de hormonas, Walker afirma que la imagen de sí mismo mejoró. Y entonces vino la prohibición.

«Mississippi es mi hogar, pero hay muchos sentimientos contradictorios cuando tu hogar te dice activamente que no te quiere allí», explica Walker.

La familia no ve alternativa. A medida que se acerca la fecha de la mudanza de Walker, Rives saborea los momentos que comparten. Dice que se siente afortunada, ya que no todas las familias pueden permitirse viajar fuera de su estado.

«Sabemos que estamos en una posición increíblemente privilegiada», agrega Rives.

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Las actividades favoritas de Flower a menudo están menos relacionadas con la política que con su condición de futura adolescente. Es una Girl Scout que disfruta atrapar pokémones con su hermano Parker, de 7 años. Mientras toma un batido de leche y come queso asado vegano en un restaurante de Chicago, recuerda alegremente su itinerario.

«Para empezar, vamos a poder relajarnos en el hotel por la mañana», relata Flower. «En segundo lugar, hay un parque cercano en el que podemos divertirnos mucho. En tercero, es posible que tengamos un plan alternativo, que es realmente emocionante. Y, en cuarto lugar: ¡Tienda de golosinas!».

La cita del día siguiente les dio otra razón para celebrar: si la atención no estaba disponible en Indiana, podían obtenerla en Illinois.

«Indiana podría hacer lo que demonios quiera», afirma Jennilyn, «y nosotros simplemente podemos venir aquí».