Palestinos de Gaza huyen de un sitio a otro, pero en ningún lugar están a salvo
Más de 180,000 palestinos en la Franja de Gaza atestan refugios de la ONU mientras aviones israelíes bombardean el pequeño territorio de 2,3 millones de habitantes luego de que sus gobernantes de Hamas lanzaron un ataque sin precedentes contra Israel el fin de semana.
Entre ellos está Sabreen al Attar, de 27 años. Se movilizó cuando escuchó cohete tras cohete zumbar por encima de sus tierras de cultivo el sábado en la ciudad de Beit Lahia, apenas al sur de la frontera con Israel. Sabía por experiencia que la represalia israelí sería rápida y dura.
Tomando a sus niños, Al Attar se apresuró a llegar a uno de las docenas de refugios establecidos en escuelas por parte de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos en la Ciudad de Gaza. Allí, explosiones de una intensidad sin precedentes marcaron horas de condiciones cada vez peores el lunes a medida que los alimentos y el agua se agotaban.
«Cuando escapo, lo hago por mis hijos», dijo, con las manos temblando. «Sus vidas descansan sobre mis hombros».
Pero los habitantes dicen que no hay un escape en Gaza, que ha estado bajo un asfixiante bloqueo de 16 años impuesto por Israel y Egipto. Cuando la guerra estalla, como lo ha hecho en cuatro ocasiones desde que el grupo extremista Hamas se hizo del poder en 2007, incluso las instalaciones de las Naciones Unidas que se supone son zonas seguras corren el riesgo de verse inmersas en los combates. La ONU dijo que un ataque aéreo cayó directamente sobre uno de sus refugios el domingo y dañó otras cinco escuelas convertidas en refugios el lunes. Hasta el momento se desconocía si hubo víctimas.
En el área de Rimal en el centro, el bullicioso distrito comercial de Gaza en el que hay edificios altos con oficinas de medios de comunicación internacionales y organizaciones de ayuda humanitaria, Al Attar albergaba esperanzas de que estaría a salvo. Hasta entonces Rimal no había sido un blanco israelí inmediato, a diferencia de los poblados fronterizos y los campamentos de refugiados densamente poblados.
Pero a medida que las fuerzas armadas israelíes atacaron un barrio tras otro con bombardeos rápidos y cada vez más intensos, la ofensiva llegó al corazón de la Ciudad de Gaza, transformando el próspero vecindario en un desierto inhabitable lleno de cráteres. Rimal también fue blanco de ataques aéreos israelíes en la sangrienta guerra de Gaza en 2021, pero no a este grado.
Las bombas israelíes que cayeron sobre la emblemática Universidad Islámica de Gaza, ministerios gubernamentales y edificios en Rimal, a partir del lunes por la tarde, también destrozaron las ventanas del refugio donde estaba Al Attar, señaló. La vida allí, apiñada junto con otras 1,600 personas, estaba llena de peligros y privaciones, pero Al Attar dijo que no tenía otra opción salvo quedarse. Les pidió a sus hijos —Mohamed, de 2 años, y Nabil, de 7— que permanecieran lejos de las ventanas.
«La noche fue muy, muy difícil», declaró el martes. «No tenemos a dónde ir».
El bombardeo de Rimal y los riesgos potenciales de refugiarse en las escuelas de la ONU ponen de relieve la búsqueda desesperada de un refugio por parte de los civiles en Gaza, donde los espacios seguros disminuyen rápidamente. No hay refugios antibombas para civiles en el territorio. Antes de la advertencia de las fuerzas armadas israelíes a los civiles el lunes de que Rimal sería atacada, las familias salieron pasmadas a las calles con las pertenencias que podían cargar y sin un destino fijo.
En una reunión con la prensa el martes, el teniente coronel Richard Hecht, portavoz del ejército israelí, sugirió que los palestinos deberían intentar irse a través del cruce fronterizo de Gaza con Egipto, una sugerencia aparentemente impráctica.
Mientras que funcionarios de Hamas que operan el lado en Gaza del cruce de Rafah dijeron el martes que los habitantes de Gaza que se habían registrado con anticipación podían cruzar hacia Egipto, por lo general el número de personas a las que se les permite viajar ha sido pequeño. Eso ha derivado en rezagos y tiempos de espera de días o semanas, incluso en épocas tranquilas.
«Aquí nunca hay un Plan B», dijo Maha Hussaini, de 31 años, mientras veía a aterrorizados residentes de Rimal inundar su vecindario en Ciudad de Gaza, ubicado más al sur, cuando las bombas comenzaron a caer allí también.
Israel acusa a Hamas de poner en riesgo a la población civil de Gaza al colocar armas y lanzamisiles en áreas densamente pobladas. También lo acusa de utilizar a civiles como escudos humanos.
Hasta ahora ha habido unos 700 muertos y miles de heridos en Gaza, según funcionarios de salud de Gaza, una dura respuesta al ataque del grupo extremista en el que han muerto unos 900 israelíes. Más de 150 soldados y civiles israelíes han sido hechos prisioneros.
Israel dice que se esmera en grado sumo para evitar fallecimientos de civiles mientras ataca blancos de Hamas en Gaza, que está construida con gran densidad y tiene escasos espacios abiertos.
Pero desde hace tiempo las fuerzas armadas israelíes han llevado a cabo ataques aéreos sobre vecindarios residenciales atestados de gente, lo que inevitablemente ha lastimado a civiles e infraestructura civil. El lunes, las autoridades de Hamas reportaron la destrucción de siete mezquitas y 15 viviendas de civiles, en donde murieron muchos miembros de la misma familia.
El ministro de Defensa israelí también ha ordenado un «asedio total» de la ya de por sí bloqueada Franja de Gaza, comprometiéndose a impedir el acceso de alimentos, agua y combustible al territorio.
«Ninguno de nosotros sabe siquiera lo que ´seguro´ significa en Gaza«, dijo Hind Khoudary, de 28 años, que estaba resguardada en el elegante hotel Roots mientras resonaban explosiones ensordecedoras.
«Estas no son personas de filiaciones (extremistas); estas son personas de clases altas, organizaciones extranjeras y medios de comunicación», dijo con respecto a los que estaban a su alrededor. «Pero en días como este, no hay ninguna diferencia».
Los residentes describieron una peligrosa serie de movimientos para escapar de los intensos bombardeos israelíes: huir de la propia casa, llegar a apartamentos de parientes sin previo aviso, huir de nuevo a escuelas de la ONU y luego iniciar todo otra vez en un intento por hallar cierta sensación de seguridad.
«Es mejor que morirse», dijo Muhammad Al Bishawi, de 37 años, exhausto mientras se daba prisa para ir de un refugio de la ONU en Ciudad de Gaza a su casa en Beit Lahia con el fin de asegurarse alimentos y otros suministros antes de regresar.
El sábado, luego del ataque masivo por parte de Hamas, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu les advirtió a los civiles en Gaza de los horrores que se avecinaban, prometiendo desatar toda la fuerza del ejército israelí sobre la Franja.
«Váyanse ahora», declaró, dirigiéndose a los palestinos en Gaza. «Porque vamos a operar por todas partes».
Khoudary estaba escuchándolo mientras los ataques aéreos se intensificaban, atrapada en su casa sin tener a donde huir.
«¿Por qué no nos dijo a dónde huir?», preguntó. «Porque realmente nos gustaría saberlo».