Enrique Tarrio, nacido en Miami de padres cubanos, no se encontraba en Washington cuando una turba asaltó el Capitolio con el objetivo de interrumpir la certificación de los resultados de las elecciones de 2020, en las que el republicano Donald Trump perdió frente al demócrata Joe Biden.
Tarrio, quien lideró el grupo ultraderechista Proud Boys desde 2018 hasta 2021, observó el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 desde un hotel en Baltimore, a unos 70 kilómetros del escenario del peor ataque a la democracia de la historia de Estados Unidos.
No estaba en el Capitolio porque dos días antes había sido arrestado al llegar a Washington desde Miami debido a otro controvertido episodio: la quema de una bandera con el lema «Black Lives Matter» (Las vidas negras importan) en una histórica iglesia de la comunidad afroamericana en la capital de EE.UU. durante una protesta de simpatizantes de Trump en diciembre.
En el momento de su arresto, la policía encontró en su mochila dos cartuchos de balas para rifles de asalto con el logotipo de los Proud Boys.
Fue liberado con la orden de mantenerse alejado de Washington, y más tarde, las autoridades admitieron que su detención se había producido para evitar posibles actos de violencia durante la marcha que Trump había convocado para el 6 de enero de 2021 con el lema «Stop the steal» («Detengan el robo»).
Sin embargo, Tarrio no abandonó la ciudad de inmediato. Un día antes del asalto al Capitolio, se reunió en un aparcamiento subterráneo de Washington con el líder de otra organización ultraderechista, el fundador de los Oath Keepers, Stewart Rhodes.
Además, pasó los días previos al ataque enviando instrucciones a otros miembros de los Proud Boys. A uno de sus lugartenientes le pidió en un mensaje de Telegram: «Sea cual sea el resultado…haz que sea un espectáculo».
Este martes, más de dos años y medio después del asalto al Capitolio, Tarrio fue condenado en la corte federal del Distrito de Columbia a 22 años de prisión.
Esta dura condena, la más alta de todas las dictadas contra cabecillas de los Proud Boys, responde a la gravedad de las acciones que se le atribuyen a Tarrio y a otros miembros, quienes embistieron al Capitolio con una fuerza «calculada» para «deshacer los resultados de una elección democrática» y mantener a Trump en el poder, según la Fiscalía.
«Los soldados de la derecha intentaron mantener a su líder en el poder. Fracasaron. No son héroes, son criminales«, escribieron los abogados de la Fiscalía en un escrito interpuesto ante la corte en agosto.
Entre esos soldados, Tarrio era el de mayor rango: en el momento del asalto al Capitolio era el líder de los Proud Boys, un grupo de ultraderecha que promueve la violencia y abraza visiones antisemitas, antimusulmanas y misóginas, y que la organización de derechos civiles Southern Poverty Law Center define como un movimiento de odio.
Más de 200 de sus miembros irrumpieron en el Capitolio y lo hicieron, según la Fiscalía, bajo las órdenes de Tarrio y sus lugartenientes.
En ese momento, Tarrio tenía a sus espaldas una buena cantidad de credenciales políticas: había sido el director estatal en Florida del grupo «Latinos por Trump» e hizo un intento de presentarse a las primarias del Partido Republicano para un escaño en el Congreso por Florida, aunque finalmente se retiró.
Ese escaño acabó en manos de María Elvira Salazar, del ala más conservadora del Partido Republicano e hija de padres cubanos exiliados en Miami.
Nacido también en Miami hace 39 años, Tarrio se crio en la Pequeña Habana y durante parte de su vida tuvo varios pequeños negocios en el sector de la seguridad y la vigilancia, según contó él mismo al portal «Ballotpedia» cuando se presentó a las elecciones de 2020.
Ya entonces, en un cuestionario, identificó a Trump como uno de sus ídolos, aunque también mencionó al líder de los derechos civiles Martin Luther King Jr. y al rapero Kanye West, conocido actualmente como Ye.
En entrevistas en televisión, Tarrio suele aparecer con gafas de sol y una gorra negra. En las protestas que hubo en Washington antes del asalto al Capitolio, los fotógrafos lo captaron en varias ocasiones llevando un chaleco antibalas.
El asalto dejó un saldo de cinco personas muertas, incluido un policía que sufrió un infarto horas después del suceso, y cerca de 140 agentes fueron agredidos. Además, cuatro policías cometieron suicidio con posterioridad.
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