Suecia ha tenido una idea para reducir la huella medioambiental de los aerogeneradores: hacerlos de madera

Entre los desafíos que la eólica tiene por delante no solo hay cuestiones relacionadas con la búsqueda de diseños cada vez más eficientes, turbinas más potentes o fórmulas que faciliten la expansión de los parques offshore, claves para su futuro. Por delante tiene otro reto igual de importante: ganar en sostenibilidad. La energía que genera quizás sea «verde«, pero el sector aún se enfrenta al dilema de su impacto en el medio ambiente y lo complicado que resulta reciclar ciertos componentes. En Suecia lo saben bien. Y por eso han decidido apostar por repensar las torres eólicas. ¿Cómo? Cambiando el acero por madera.

Suena chocante, pero tiene su lógica.

¿Torres eólicas de madera? Así es. La compañía RWE Renewables Sweden acaba de asociarse con el fabricante Modvion para incorporar torres de madera en sus futuros parques terrestres. El objetivo: comprobar el alcance de una tecnología que aspira a reducir la huella de carbono de los productores de energía e incluso su factura. Es más, sus impulsores aseguran que puede facilitar el reto de fabricar infraestructuras más altas, capaces de sacar partido de rachas más fuertes.

«Las torres modulares de madera laminada tienen un importante potencial de mercado y pueden ayudar a reducir el coste de la nueva producción de electricidad renovable al reemplazar el acero y hormigón por madera respetuosa con el medio ambiente y el clima«, explica Lars Borisson, directivo de RWE Renewables, quien avanza que la compañía «evaluará la torre de madera de Modvion para su posible uso en futuros parques eólicos”. Ambas compañías tienen sede en Suecia.

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¿Y por qué cambiar los materiales? Los impulsores de las torres de madera manejan varios argumentos. El principal, quizás, es que permiten reducir la huella de carbono del sector: con las piezas laminadas quieren prescindir o reducir el uso de acero y hormigón, materiales con un impacto ambiental notable. Our World in Data achaca al cemento 3% de las emisiones de gases de efecto invernadero y el 7,2% a la siderurgia, destacando en concreto la fabricación de hierro y acero.

«Los árboles en crecimiento fijan el CO2, que se almacena en los productos de madera que actúan como sumidero de carbono. Construir con madera permite reducir radicalmente las emisiones en comparación con materiales convencionales como el acero y hormigón«, señalan desde Modvion. La compañía cita un estudio del instituto RISE que, asegura, concluye que el uso de una torre de madera reduce en un 90% las emisiones en comparación con una estructura similar de acero.

¿Hay más razones? RWE y Modvion sostienen que sí. Y destacan dos de forma especial. La primera es que las piezas de madera laminada son más manejables que las estructuras de acero. Al dividirse en módulos desmontables pueden moverse de un lado a otro de forma más sencilla, sin necesidad de coordinar transportes especiales, el cierre de carreteras o la tramitación de permisos.

El segundo motivo tiene que ver con la estructura y sus posibilidades. «La madera laminada es más fuerte que el acero en proporción a su peso, lo que significa torres más livianas y menos necesidad de costosos refuerzos«, explican ambas empresas, convencidas de que la tecnología facilitará el ensamblaje de torres más altas.

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¿Cuáles son sus planes? Además de anunciar su asociación empresarial y avanzar que RWE quiere prepararse para incluir torres de madera en sus futuros parques, ambas compañías concretan algunos planes a corto plazo. Modvion prevé instalar su primera turbina eólica comercial ya este año, una estructura dotada de una turbina de Dos megavatios y con una altura, incluidas las palas, de 150 metros. «Posteriormente, tiene planes para una instalación de seis megavatios (MW) que será una de las turbinas más grandes utilizadas en tierra«, deslizan.

¿Se trata de iniciativa aislada? No. Lo cierto es que la propuesta sueca coincide con otras dos tendencias muy relacionadas. Una es el peso que ha ganado la madera en la construcción a lo largo de los últimos años, incluida la de enormes infraestructuras, como rascacielos, precisamente por sus ventajas como material y la posibilidad de reducir la huella de CO2 de las obras. La segunda es el esfuerzo desplegado por el sector eólico para lograr un despliegue más sostenible, un reto que ha ido ganando peso a medida que captaba el foco del debate público.

Uno de los esfuerzos más recientes e interesantes en esa dirección es el del fabricante Vestas, que hace unos meses presentó una propuesta para reciclar los álabes de turbina fabricados con epoxi. ¿Cómo? Gracias a una solución química que permite descomponer la resina y reutilizar el material resultante.