Tus pensamientos pronto dejarán de ser privados para la tecnología: esta profesora cree que es hora de hablar en serio de neuroderechos
A día de hoy tu cerebro se erige en el único espacio que permite una verdadera privacidad. No puede llegar ni el asistente de tu móvil ni el algoritmo de las redes sociales. «En un futuro muy próximo eso no será posible», asegura Nita Farahany, profesora de Biociencia y Derecho de la Universidad de Duke, dibujando un tétrico escenario.
En la opinión de esta especialista, las intrusiones en la mente humana por parte de la tecnología puede parecer un lejano horizonte distópico pero están tan cerca que hace tiempo que debería haberse abierto un debate público al respecto.
«Todas las grandes empresas tecnológicas han realizado grandes inversiones en dispositivos multifuncionales que incorporan sensores cerebrales», alertó recientemente Farahany en The Guardian. «Los sensores neuronales pasarán a formar parte de nuestra tecnología cotidiana y de cómo interactuamos con ella».
Por ello, como enfatiza en su libro The Battle for Your Brain (La batalla por tu cerebro), es hora de establecer protección legislativa sobre el pensamiento privado. Eso incluye asegurar las libertades frente a la «huella digital cognitiva», que se engloba en un área de la ética denominada en términos generales «libertad cognitiva», explica.
La tecnología que quiere acceder (y quizá controlar) tu mente
ChatGPT es un ejemplo de cómo la simulación del pensamiento a través del aprendizaje automático ya está aquí. Neuralink, la startup de Elon Musk, lleva años investigando cómo traducir las señales cerebrales a resultados digitales y Meta, de Mark Zuckerberg es otra de las que está trabajando desde hace tiempo en interfaces cerebrales que puedan acceder a la mente.
Suena terrorífico, pero también traerá beneficios.
Las tecnologías pueden facilitar a las personas con parálisis controlar una extremidad artificial o escribir en una pantalla con sólo pensarlo. Incorporar sensores cerebrales en relojes inteligentes o auriculares podría revolucionar la atención médica, al permitir un diagnóstico temprano y un tratamiento personalizado de afecciones como la depresión o el deterioro cognitivo.
Pero también abre la puerta a amenazas orwellianas en torno al adoctrinamiento y la interferencia política, la vigilancia en el lugar de trabajo o las implicaciones para el papel de la «intención» en el sistema judicial, considera la investigadora.
«Imagina que estás pensado en regalar a una amiga una chaqueta de color amarillo. Nada más terminar de visualizarla en tu cabeza el móvil le manda una notificación: ‘He encontrado varias opciones para comprar una chaqueta amarilla. Ve a…’, ejemplifica un artículo en The Conversation.
Es fácil intuir que llegados a este punto los usos vayan mucho más allá que una herramienta para el marketing.