Yunior Severino, el prospectos de dos bonos de siete dígitos
El debut de Yunior Severino en la Lidom puede ser el preámbulo de la llegada a las Grandes Ligas de un talento especial. Se trata del talento más avanzado de aquellos 13 prospectos que Grandes Ligas le quitó a los Bravos en 2017 al descubrir que el equipo manipuló contratos internacionales para burlar el sistema de reclutamiento y fue sancionado hasta 2021.
«Varias lesiones y el Covid retrasaron mi desarrollo, pero ya estoy listo. Creo que estoy en el mejor punto de mi carrera», dijo Severino a DL, tras una práctica con el Licey.
Ahora con 24 años, los Mellizos lo agregaron por primera vez al roster de 40 hombres, tras una temporada entre AA y AAA donde disparó 35 jonrones y remolcó 84 carreras con una línea ofensiva de .272/.352/.546 y un OPS de .898.
Los Bravos pagaron por Severino, oriundo de Santo Domingo Este, US$1.9 millones en 2016 y solo jugó una temporada con el club. Al ser declarado libre, en diciembre de 2017 los Mellizos le dieron un bono de US$2.5 MM.
Firmado como intermedista y salido del programa MVP, la última campaña ha jugado mayormente en la antesala, inicial y primera base. Es un 6´0 pies que supera las 200 libras.
En Minnesota puede encontrar hueco en una antesala donde Royce Lewis, Willi Castro y Kyle Farmer se pelean el puesto. O en la inicial, donde Farmer, José Miranda y Alex Kirilloff son las opciones, a la fecha, del dirigente Rocco Baldelli.
El Licey lo tomó en la séptima ronda del sorteo de novatos de la Lidom en 2019, pero fue esta campaña cuando pudo estrenarse en un circuito donde dice haber aprendido más de lo que imaginaba con la mezcla de veteranos y jóvenes.
Se trata de un bateador ambidextro que viene de jugar su primera temporada completa (120 juegos) y superar por primera vez las 500 apariciones.
«Fue una sorpresa para mí firmar dos contratos en menos de 18 meses. Cuando nos llegó la noticia de que quedaba libre de Atlanta me preocupé, venía de una temporada de debut profesional donde siempre es difícil adaptarse, pero Dios me dio ese regalo y pude firmar de una vez», dice Severino.
Si el primer bono le sirvió para ayudar a su familia y «ponerse cómodo» ya con el segundo dinero hubo más espacio para administrarlo.
Con los azules, dice, desconocer hasta cuándo estará, pero quiere exprimir al máximo la experiencia.